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Asma, obesidad y actividad física

Por 20 julio, 2015enero 5th, 2017Ejercicio y deporte, Salud

El asma y la obesidad se han convertido en dos serios problemas de la salud pública al aumentar considerablemente entre la población en los últimos años; una tendencia que, se estima, seguirá en aumento. Varios estudios revelan que existe una relación entre estas dos enfermedades, concluyendo que un aumento en el índice de masa corporal puede acarrear, también, un aumento en las posibilidades de desarrollar asma.

Las personas con obesidad pueden sufrir una reducción de la capacidad de adaptación pulmonar, reflujo gastroesofágico, producción de citocinas proinflamatorias en el tejido adiposo, activación de genes comunes o aumento en la producción de estrógenos; una serie de problemas que pueden causar la inflamación de los pulmones y la estrechez de las vías respiratorias que se desencadena en el desarrollo de la enfermedad del asma.

Pero la obesidad no sólo puede causar la aparición del asma, también puede agravar sus síntomas y dificultar considerablemente el control de la enfermedad; por lo que es muy importante seguir una dieta saludable y hacer ejercicio con regularidad, para ayudar a mantener nuestro organismo en un estado óptimo.

Es cierto que el deporte puede hacer que los síntomas del asma se agudicen, pero la Sociedad Española de Inmunología clínica, Alergología y Asma pediátrica (SEICAP) indica que es muy recomendable que las personas con asma hagan deporte habitualmente, ya que éste mejora el sistema respiratorio y el sistema cardiocirculatorio. Eso sí, es vital hacerlo a través de un programa controlado y nunca durante episodios agudos.

Existen deportes más adecuados para los asmáticos y otros que podemos decir que están “prohibidos”, como es el caso de los deportes de invierno o la carrera libre. Por supuesto, para estas personas, hacer ejercicios de calentamiento y estiramiento antes de empezar a practicar cualquier tipo de deporte es esencial y lógicamente deberán comenzar con un ejercicio suave e incrementar la intensidad gradualmente, preparando así las vías respiratorias para los consiguientes mayores esfuerzos.

En resumen, manteniendo una dieta equilibrada y haciendo ejercicio controlado de forma habitual, los síntomas del asma disminuyen considerablemente, mejorando notablemente la calidad de vida del asmático, y contribuyendo a su vez a evitar o controlar agravantes, como la obesidad.

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