
En el último artículo del blog de Club Salud hablábamos sobre el trastorno bipolar haciendo una breve introducción sobre el origen de la enfermedad, el diagnóstico de la misma y cómo identificar los síntomas. Hoy trataremos las distintas modalidades de tratamiento y daremos algunos consejos sobre las medidas que deben adoptar los propios pacientes y sus familiares y más allegados.
Porque, aunque el trastorno bipolar es una enfermedad de por vida, controlando los síntomas, y estableciendo una serie de hábitos preventivos, es posible llevar una vida normal y sentirse bien con uno mismo.
El trastorno bipolar no tiene cura, sin embargo, farmacológicamente es modificable. El tratamiento se divide en tres fases: tratamiento de fase aguda, dirigido a resolver los episodios intensos de la enfermedad; tratamiento de continuación, que evita las recaídas y consolida los resultados del tratamiento de la fase aguda; y tratamiento preventivo o de mantenimiento, especializado en prevenir futuros episodios.
La modalidad de tratamiento dependerá del paciente y su relación con la enfermedad. Hasta el momento se conocen tres procedimientos:
- Farmacológico. Esencial e insustituible ya que el control de la enfermedad se sostiene sobre el consumo de fármacos. Como cada uno responde de manera distinta a los medicamentos, la selección de fármacos será 100% personalizada. Una vez se ha dado con el “cocktail” perfecto, el paciente no puede, ni debe, dejar de tomarlo, ya que la suspensión del tratamiento, sin previa aprobación médica, es peligroso y empeora los síntomas de la bipolaridad. El tratamiento inicial incluye: antidepresivos; neurolépticos, preferiblemente atípicos, con propiedades estabilizadoras; y estabilizadores del humor tales como el litio, el valproato, lamotrigina, carbamazepina y/o oxcarbazepina. En algunos casos, para combatir la agitación, el insomnio y/o la ansiedad se recurre a los ansiolíticos como coadyuvantes o complementos auxiliares.
- Psicoterápico. Dirigido a resolver los problemas y afrontar el estrés durante la fase de toma de control. El objetivo es cambiar su conducta y ayudarles a encontrar la forma de gestionar los cambios que van a producirse en sus vidas, a través de distintas clases de psicoterapia o terapia “de diálogo”.
- Educativo. Pretende proporcionar ayuda a los pacientes y familiares facilitándoles las claves para reconocer, asumir y gestionar las complicaciones derivadas del trastorno.
Es posible que, en ocasiones, el paciente no mejora con la medicación y la terapia. En estos casos en particular, esta persona puede someterse a una terapia electroconvulsiva o TEC, también conocida como “terapia de choque”, y que propone un “golpe de efecto” directamente sobre el cerebro. A veces, este tratamiento llega a corregir varios problemas en el cerebro.
Por otro lado, hay gente que recurre a suplementos naturales como la Hierba de San Juan o hierbas ricas en ácidos grasos con Omega-3. Se recomienda consultar con un médico antes de incluir cualquier tipo de terapia alternativa en el tratamiento, ¡actúa con conciencia!