En este mundo en el que vivimos en el que muchas veces prima más el continente que el contenido, en el que si tienes un buen producto o servicio pero no lo vendes bien el éxito será más difícil de alcanzar, una prueba de ello es este estudio en el que se demuestra que si cambiamos unas palabras por otras los niños acceden a comer ciertos alimentos que normalmente rechazan.
El profesor de economía conductal, David Just , coautor del estudio ha declarado que “Cuando se trata de niños y comida, la mercadotecnia tiene una connotación negativa”, “Hemos tratado de establecer si es posible usar la mercadotecnia para que los niños coman alimentos más sanos”.
El plan fue cambiar los nombres de vegetales que no suenan bien a a los niños por nombres más atractivos y ver el resultado. ¿Odias el brócoli? ¿Qué te parecerían unas pequeñas y sabrosas copas de árboles? ¿No te gustan las zanahorias? ¿Qué tal unas zanahorias de visión de rayos X?. Ahora la verdadera pregunta ¿De verdad funciona? “Los padres de un niño que conocimos le decían que se imaginara que era un dinosaurio que se estaba comiendo los árboles”, dijo Just. “Lograron que se comiera el brócoli”.
Tras unos breves pero exitosos experimentos, el profesor Just de la Universidad de Cornell y su coautor de la , el mundialmente conocido investigador de temas de alimentación, Brian Wansink, probaron su teoría en algunas primarias locales.“Cuando les dijimos que eran ‘zanahorias de visión nocturna’, se comieron un sorprendente 66% a comparación del 32% que consumen cuando las llaman ‘comida del día’, o del 35% que comen cuando no les ponen nombre alguno”.
En el siguiente estudio, los protagonistas fueron el brócoli y los ejotes. De acuerdo con el informe, “los resultados fueron sobresalientes: mientras que en la escuela de control la venta de vegetales cayó un 16%, en la escuela de estudio aumentaron en un 99%”.
Just dice que a veces la solución más simple es la mejor. “Estas son las herramientas básicas de la mercadotecnia. Esto lo saben bien las personas que tratan de vender alimentos menos saludables a nuestros hijos”, dijo. “¿Por qué no recurrir a esta estrategia para lograr que nuestros hijos coman alimentos saludables? Tenemos que recurrir a todas las herramientas y trucos que tengamos a nuestro alcance”. Lo mejor, dice es que el simple cambio de nombre no cuesta nada.
“Hasta ahora hemos llegado a 13,000 escuelas, y estamos tratando de llevarlo tan lejos como nos sea posible, solo les pedimos a quienes nos quieran escuchar que lo intenten nada más” concluyó Just.
Quizá la foto que adjuntamos sirva para que los niños accedan mejor a comer ciertos alimentos que son necesarios para una dieta saludable.