Todos sabemos que el deporte, y todo lo que implica (superar metas, ponerse a prueba, ser constante, etc), es bueno para la salud. También sabemos que en el equilibrio está la virtud y que los extremos nunca son buenos. Sin embargo, a veces es muy fácil cruzar la línea entre la buena praxis de una actividad deportiva y el hábito obsesivo. La necesidad de superar constantemente las metas que nos proponemos llevan a algunos a recurrir a sustancias sintéticas que les den “un empujoncito”.
Hoy, en Club Salud, hablamos de una variante artificial de la testosterona, la hormona sexual masculina, llamada esteroides anabólico-androgénicos (EAA o AAS, en inglés). Los esteroides son usados por atletas, fisioculturistas y otras personas que buscan mejorar su rendimiento o su apariencia física. El componente “anabólico” promueve el crecimiento muscular, mientras que el “androgénico” aumenta las características sexuales masculinas.
En casos muy concretos, los anabolizantes se recetan legalmente para el tratamiento de afecciones médicas derivadas de una carencia o deficiencia de la hormona esteroide (por ejemplo, en casos en los que hay un marcado retraso de la pubertad); o para enfermedades que propician la pérdida de la masa muscular magra como el cáncer o el SIDA.
En la actualidad, su consumo sin receta es ilícito y nocivo ya que abusar de ellos genera una larga lista de problemas de salud*. Algunos, sencillamente, son molestos (acné, quistes, crecimiento de los senos masculinos, reducción del tamaño de los testículos, conducta agresiva, etc); otros, implican un serio riesgo para la salud, por ejemplo: problemas cardiacos, incluyendo el infarto; o enfermedades hepáticas, lo que también comprende el cáncer. En las mujeres, además, se advierte un engrosamiento de la voz y crecimiento del vello corporal.
Se toman por vía oral, aplicado sobre la piel en formato crema/gel o inyectándolo en los músculos. Lo normal es consumirlos de forma intermitente, tomándolos durante semanas o meses y descansando por un tiempo para evitar los efectos secundarios o dejar que el sistema hormonal se recupere.
En general, el consumo abusivo puede ser 10 o hasta 100 veces superior a las dosis indicadas en las recetas y sin pausas, lo que reduce la tolerancia del cuerpo a la sustancia o el cese de la producción natural de testosterona. Cuando se consume combinando distintos tipos de esteroides y/o suplementos se llama “amontonamiento”.
Aunque los anabolizantes no producen el mismo efecto eufórico que las drogas, son potencialmente adictivos. Ello se refleja en el tiempo, dinero y sacrificio que sus consumidores invierten en ellos, aún cuando su consumo les genera problemas sociales y de salud. Además, los pacientes que dejan de tomarlos sufren el llamado “síndrome de abstinencia”, padeciendo cambios de humor, fatiga, inquietud, pérdida de apetito, insomnio, disminución del deseo sexual, y un antojo vehemente por los esteroides.
Si conoces a alguien que padece este tipo de adicción lo primero es intentar que reflexione; no obstante, también se puede recurrir a profesionales como el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogras (NIDA).