Hoy, en Club Salud, nos centramos en una enfermedad muy compleja, de la cuál se desconocen muchos aspectos. Popularmente, se cree que los genes pueden jugar un papel importante en su aparición, no obstante y debido a su condición de trastorno mental, los expertos no saben aún determinarlo con precisión. Hablamos de la esquizofrenia, una enfermedad que afecta por igual a hombres y mujeres y que, esencialmente, dificulta establecer la diferencia entre lo que es real e irreal.
Un esquizofrénico es incapaz de pensar de manera clara, actuar normalmente en situaciones sociales o tener respuestas emocionales como el resto de la gente.
Los síntomas, por lo general, comienzan a verse en la adolescencia o la edad adulta; sin embargo, es posible que se dé en niños de cinco o más años, aunque es poco habitual que se dé en una etapa tan temprana. Los síntomas más comunes de un esquizofrénico son:
- Irritabilidad o actitud tensa (durante la fase inicial).
- Dificultad para concentrarse (durante la fase inicial).
- Dificultad para dormir (durante la fase inicial).
- Escuchar o ver cosas que no existen, esto es, tener alucinaciones.
- Tender al aislamiento.
- Disminución de la capacidad emocional.
- Delirios y creencias fuertemente sostenidas aunque sean infundamentadas.
- Hablar sin sentido o asociaciones sueltas en mitad de una conversación.
También incrementa el riesgo de desarrollar problemas con el alcohol o las drogas, enfermedades físicas debido al estilo de vida inactivo y a los efectos secundarios de la medicación, así como tendencias suicidas.
Lo complejo de esta enfermedad es que no existe un proceso específico de diagnóstico o tratamiento. El psiquiatra, como un coctelero, deberá encontrar la combinación exacta de medicamentos que permitirán disminuir los síntomas de la enfermedad del paciente en cuestión. En este combinado se usan unos medicamentos específicos (antipsicóticos) para el tratamiento de la enfermedad.
Los anti-psicóticos cambian el equilibro de químicos en el cerebro, contribuyendo al control de los síntomas. Resultan muy útiles, aunque pueden presentar efectos secundarios (vértigo, sensaciones de inquietud o nerviosismo, sonmolencia, movimientos lentos, temblores, discinesia tardía (si se prolonga el consumo) y/o aumento de peso).
Como la esquizofrenia es una enfermedad crónica, el paciente requerirá de medicación toda su vida. Para apoyar el tratamiento existen las terapias de apoyo que ayudan al paciente a ser consciente de su condición e incluso a aprender a desarrollar habilidades sociales y aptitudes laborales.
El difícil prever la evolución de la enfermedad. Se recomienda no suspender la medicación ya que los síntomas tienden a reaparecer. En estos casos, la familia y los amigos juegan un papel crucial en la prevención y contención de los mismos.