Aunque el tiempo se empeñe en demostrarnos lo contrario, ayer día 27 de octubre entró de manera oficial el ‘horario de invierno’; Las tres de la madrugada pasaron a ser las dos, por lo que pudimos disfrutar de una hora más de sueño por el hábito establecido de atrasar los relojes antes del cambio de estación.
¿El objetivo? Aprovechar mejor la luz solar y llevar a cabo un consumo mejor de energía eléctrica; Al retrasar una hora los relojes amanece más tarde y anochece antes, lo que permite ajustar las horas de trabajo con las horas de mayor luminosidad, algo que se traduce en un mayor ahorro de energía.
Sin embargo, la reducción de consumo energético no es el único efecto de este gesto que tenemos tan interiorizado y es de esto, precisamente, de lo que queremos hablarte hoy: ¿Cómo afecta realmente a nuestra salud el cambio de hora?
Algunos estudios aseguran que sus efectos en nuestro organismo son mínimos, pero aún así hay grupos de personas sensibles, como niños y ancianos sobre todo, a los que les puede causar determinados trastornos en el sueño. Lo que está claro es que cada cambio de estación produce ciertos cambios en nuestro cuerpo, tal y como te contamos aquí cuando dimos la bienvenida al horario de verano.
Sin embargo, el cambio de horario en octubre no se puede comparar con el que se produce en marzo. Además de posibles trastornos de sueño, el paso del horario verano a invierno puede producirnos algunos síntomas como fatiga, cansancio excesivo, estrés o cambios en el estado anímico que puede derivar en la denominada astenia otoñal.
Nuestro consejo: No dejes que la llegada del otoño afecte a tu rutina diaria y manténte motivado. ¿Cómo?
– Llevar una dieta saludable y variada con productos de temporada y siempre a la misma hora.
– Manténte bien hidratado, aunque en invierno tengas menos sed, intenta mantener los dos litros de agua diarios.
– Reducir o eliminar la ingesta de comida rápida, pre cocinada o rica en grasas.
– Reducir o eliminar la ingestión de bebidas alcohólicas, gaseosas o estimulantes, como el café.
– Realizar ejercicio físico moderado y todos los días.
– Respetar las horas de sueño. ¡Los trastornos del sueño pueden afectarte en el resto de hábitos!
Según ha explicado el doctor Hernando Pérez Díaz, Coordinador de la Unidad del Sueño de Quirón Sagrado Corazón de Sevilla y del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología, «para minimizar el impacto, hay que mantener horarios regulares de alimentación y sueño, adaptados a los ciclos de luz y, siempre que sea posible, hacer el cambio de forma gradual; evitar el uso de excitantes y siestas superiores a 20 minutos».